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20 Entonces el anciano le dijo:

—¡Pero no pueden pasar la noche en la plaza! ¡En mi casa serán bienvenidos! ¡Yo les daré todo lo que necesiten!

21 El anciano los llevó entonces a su casa, y mientras los viajeros se lavaban los pies, él les dio de comer a los burros. Después de eso cenaron.

22 Estaban pasando un rato agradable cuando, de pronto, unos hombres de la ciudad rodearon la casa y empezaron a golpear violentamente la puerta. Eran unos hombres malvados, los cuales le gritaron al dueño de la casa:

—¡Qué salga el hombre que está de visita en tu casa! ¡Queremos tener relaciones sexuales con él!

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